En torno a 300 jóvenes de todos los continentes se reunieron en Roma entre el 19 y el 24 de marzo de 2018 convocados por el Papa Francisco.  Representaban a la juventud de sus países, tanto creyente como no creyente, para cumplir con una tarea precisa (y preciosa): dialogar sobre la situación de los jóvenes en el mundo, en sus realidades, y qué les acerca o les aleja de la Iglesia. A su vez, la Santa Sede ha estado en conexión
durante esos días con otros muchos jóvenes, sobre todo, a través de internet.