La vida es otra después de tener hijos. Se comienza sofocando lloros y rabietas desde el primer día, y se acaba normalizando tal costumbre muchos años. Y eso que sabemos que las quejas no solo son dirigidas a los padres por parte de su prole, sino que, a ratos, brotan también de dentro de los propios progenitores, buscándose a sí mismos, conscientes de su colosal responsabilidad. Aún con todo, los padres van a seguir cuidando de sus hijos. Y aún sin saberlo, muchos hijos, sobre todo, cuidan de sus padres. Puede que una de las luchas más hermosas sea la de rehacer aquellos entramados familiares que hayan podido resquebrajarse en una u otra dirección. La realidad de nuestros fracasos no impide la luminosidad del horizonte, en el que los padres sueñen con lo mejor para sus hijos. Y viceversa.

FRANCISCO J. JÉMEZ | “En nuestra sociedad, uno de los grandes retos es el relativo a la situación familiar”, comenta Begoña Sabaté, directora al mando del Centro Clará de Atención a la Familia, que trata de ayudar a estas cuando atraviesan situaciones de desajuste relacional y emocional. Para Sabaté, “la familia ha cambiado. Hoy en día, tiene una realidad muy dinámica y diversa, y muchas necesitan herramientas nuevas para hacer frente a las dificultades cotidianas o los retos que plantean las diferentes formas familiares. Adolecen de una carencia comprensible, pues la familia tradicional es el lugar donde muchos padres han sido originalmente educados, y en la actualidad las dificultades que se experimentan son otras”. Ciertamente, hay ocasiones en que los relojes de los padres no marcan la misma hora que el de sus hijos, el tiempo contado hacia atrás siempre es mucho más corto que hacia delante, y no sabemos dónde ubicarnos frente a cambios tan diversos.

Conscientes de estas necesidades en las relaciones familiares, los misioneros claretianos de Sevilla abrieron en el año 2006 el Centro Clará que toma su nombre prestado del segundo apellido de san Antonio María Claret: “Es el de su madre. Es un homenaje a la madre como eje familiar: cercana a los hijos e implicada. De hecho, las primeras tomas de contacto suelen ser con las madres”, explica Sabaté, desde la capital hispalense. Las familias poco a poco van conociendo el servicio que plantea esta iniciativa, y prueba de ello es que el año 2017 quintuplicó la cifra de familias atendidas respecto al año anterior. “Difundimos nuestra actividad a través de distintos colegios, parroquias, cáritas, hermandades, y otras instituciones, pero la realidad es que muchos de los casos nos llegan desde el colegio Claret de Sevilla. Primeramente, por su proximidad física, ya que estamos al lado; pero también por la cercanía ideológica con los misioneros”. Y es que detrás de este proyecto, que cuenta con un equipo profesional voluntario de terapeutas, pedagogos, trabajadores y educadores sociales y abogados, se encuentra un movimiento de personas con una misión en común: seglares claretianos y misioneros claretianos son los que ocupan cargos en la Junta Directiva.

Pero si hubiera que buscar un rasgo diferenciador que destaque al centro Clará de entre los muchos que trabajan a favor de la familia desde otras instancias, ya sean públicas o privadas, es la atención integral. “No es solamente una orientación familiar. Nosotros atendemos directamente a las familias para acompañarlas y apoyarlas en un proceso completo. Es una labor asistencial que ofrece diferentes servicios orientados a lograr el bienestar familiar. Ponemos a su disposición servicio de acompañamiento terapéutico, orientación pedagógica y mediación familiar. También contamos con un área de prevención, a través de la cual realizamos charlas, talleres o cursos”. Otro aspecto que resulta especialmente llamativo es que por todo esto no se cobra un precio estipulado. Bien saben en el barrio que la dedicación del centro Clará a la familia es sin ánimo de lucro, y que ellos prefieren funcionar a través de instituciones y empresas colaboradoras que están sensibilizadas con su trabajo y deciden realizar un donativo. Aunque algo también suman lo que reciben de las familias. Pequeñas cantidades muy lejos del precio que marca el mercado, y que están completamente adaptadas a la economía doméstica. “Además, no se exigen. Se dan si las familias pueden, simplemente. Lo importante es ofrecer soluciones a quienes por otras vías no tendrían la posibilidad de acceder a este servicio”, apostilla su directora.

Puesta en contacto

Cuando la familia llega, se les explica en qué lugar está. El centro Clará es una organización de inspiración cristiana, aunque abierta a la realidad actual y de cada miembro de la familia sea cual sea su procedencia, ideología o forma de vida familiar. “La mayor parte de las familias vienen con un problema de conducta disruptiva en sus hijos adolescentes, es decir, una gran desobediencia que puede desembocar en situaciones de falta grave de respeto, o de violencia. La forma de trabajo que ofrecemos es la terapia familiar. Y el solo hecho de poner a toda la familia a trabajar a favor de los hijos es muy terapéutico, y además resulta la manera más eficaz de solventar esta situación. Desde nuestra experiencia, solemos detectar que el problema de raíz no es la conducta del adolescente, sino que esta es consecuencia de una dificultad de mayor envergadura que atañe a toda la familia en su conjunto”, explica Sabaté. Efectivamente, al tratarse de los hijos, los adultos están mucho más predispuestos a solicitar ayuda que cuando consideran que el problema es exclusivo de ellos. “Son los hijos el principal motivo por el que toda la familia se pone manos a la obra”.

Violencia de género

Aunque el centro Clará no es especialista en violencia de género, sí han tenido que ponerle cara a este tipo de conflictos. “Nuestra forma de actuar respecto a una víctima de este tipo de violencia es, primero, un asesoramiento para que acuda a los organismos competentes y a las autoridades civiles. Del mismo modo, ponemos en su conocimiento la posibilidad de que, una vez resuelta su situación, pueda acudir nuevamente a nosotros para trabajar en la parte que corresponde el choque emocional, o al trato con los hijos, si es que los hubiera. De hecho, desde los servicios sociales nos han derivado este tipo de situaciones. Porque nosotros hacemos un trabajo con una periodicidad y una cercanía que ellos por falta de medios, a veces no pueden alcanzar”, asevera la directora del centro.