Abro hilo en esta sección. Historias sencillas que quieren salir a tu encuentro. Relatos de lo inesperado donde poder reconocernos. Parten de la necesidad por desvelar lo que de primeras no puede verse. Las he escrito durante buena parte de mi vida, con la esperanza de que adquieran un significado diferente en un pretendido diálogo contigo. Son tuyas.

En cierta ocasión se presentó el hombre ante el trono de Dios y le dijo: «¿qué te parece que es más duro, ser hombre o ser Dios?»

«Ser Dios es mucho más duro», respondió Dios. «Tengo que ocuparme de todo el universo, de los planetas, de las galaxias. Tú, en cambio, solo tienes que ocuparte de tu familia y de tu profesión».

– «Es verdad», dijo el hombre. «Pero tú tienes tiempo infinito y poder infinito. Lo duro de ser hombre es tener que realizar un oficio dentro de las fuerzas humanas y del tiempo limitado de vida».

– «No sabes de qué estás hablando», dijo Dios. «Es mucho más duro ser Dios».

El hombre replicó: «no sé cómo dices eso tan de prisa, dado que tú nunca has sido hombre ni yo he sido nunca Dios. ¿Qué te parece si cambiamos los papeles solamente por un segundo? Tú podrías experimentar el sentimiento de ser hombre y yo podría saber cómo se siente uno siendo Dios. Solamente un segundo y después volvemos cada uno a su sitio».

Dios no quería, pero tanto se lo pidió y se lo suplicó el hombre que al final accedió. Y cambiaron los papeles. El hombre se hizo Dios y Dios se hizo hombre.

Y cuenta la historia que una vez que el hombre se sentó en el trono de Dios, ya no quiso devolverlo. Y desde entonces el hombre gobierna el mundo. Y Dios está en el exilio.