El autor de este ensayo, Josep María Esquirol, no ha escrito un libro para leer solamente, sino un libro con el que trabajar en una tarea propia y necesaria en la condición humana, la de cuidar de uno mismo para poder alumbrar y calentar a los que viven cerca. Resuena en este intento los versos de Juan de la Cruz: En una noche oscura…salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. Se trata de un ensayo que ofrece dos espacios para explorar y en los que encontrar la casa propia en la que poder comenzar viviendo la experiencia de la resistencia intima, es decir, en donde encontrarse uno mismo para ‘re-existir’, renacer, llenarse. Y desde ahí vivir la experiencia de la proximidad. Un libro que abre caminos para una nueva forma de vivir en un mundo tecnificado que aleja y aliena, y en el que la soledad ocupa amplios espacios y la lejanía impide la cotidianidad y su fuerza renovadora. 

Esquirol, profesor de Filosofía en la Universidad de Barcelona va conduciendo, en cada capítulo, a la comprensión de esta re-existencia y proximidad. Y lo hace dando vueltas a la misma idea en cada paso, entrando y saliendo de los campos de la experiencia y de la mente; bordando con símbolos sencillos cuanto quiere expresar. No faltan las grandes aportaciones de la Historia de la Filosofía, la Antropología, la Sociología o la Teología. Cada capítulo es un torbellino de ideas que giran sobre el eje que pretende abordar y que da título a cada capítulo.

El libro está divido en tres momentos, simbolizados cada uno de ellos con la cotidianidad. El primer momento “El plato en la mesa” en el que encontramos una herramienta de trabajo y aprendizaje. Hace la cartografía actual que incluye la nada, la disgregación, el nihilismo y también la resistencia. En el segundo momento “Cultivar el huerto”, el ensayo se vuelve más concreto y práctico abordando la importancia de la vuelta a la casa, elogiando la cotidianidad y sencillez, la salud, y la lucha contra la tentación del narcisismo y el dogmatismo. Interesantes y prácticos capítulos, que ofrecen, a la vez, fuentes en las que poder seguir profundizando. Y el tercer momento es “El sudor subatómico”. En este va vislumbrando cómo trazar nuevas vías para que el lenguaje y el acompañamiento cercano sean alternativas al desierto y el océano. 

Quizás sirvan de aperitivo las primeras líneas del libro: Hay soledades incomparables en su compartir. En realidad, solo quien es capaz de soledad puede estar de verdad con los demás.

Por Juan Rubio Fernández