Con este lema, diversos colectivos de la Iglesia en España: Cáritas, Confer, Justicia y Paz,
HOAC, JOC, JEC y algunas Parroquias, quieren hacer visible con diversas acciones la situación
actual del mundo del trabajo. No es nada nuevo, la Doctrina Social de la Iglesia (DSI),
desde hace muchísimos años ha tenido como eje central el mundo del Trabajo.

No es cuestión de traer aquí todo el Informe FOESSA, que tan nerviosos ponen a nuestros dirigentes. Las cifras macroeconómicas que ellos muestran, no coinciden con las que vemos y experimentamos. En el trabajo, necesitamos conocer lo que aportan los datos de nuestro entorno, acompañar y escuchar a las personas, tocar más de cerca la realidad. Estamos en un modelo económico, social y laboral que, también a escala local, genera estructuralmente empobrecimiento y deshumanización. La situación del mercado laboral es desoladora. Las cifras estadísticas a veces descienden, pero no son de fiar porque el empleo es de baja calidad. Las altas tasas de paro, producen un efecto de desánimo, en los parados de larga duración, que no salen de la situación de desempleo. Muchos parados no tienen pensión por desempleo o cualquier otro tipo de prestación: una de cada dos personas no tiene prestación por desempleo. El trabajo es precario, e interminables las jornadas laborales de 12 ó más horas diarias. El 28% de los contratos son precarios: algunos incluso de 7 días de duración. Ésto produce un empobrecimiento de los trabajadores. Hoy, tener un trabajo, no es una garantía de poder llegar a fin de mes o de salir de la precariedad. Ésto queda claro, sobre todo en el caso de las mujeres, con trabajo más precario, temporal y más presente en la economía sumergida y en el fraude.

Mención especial merecen los jóvenes, por su dificultad de acceso al mercado laboral. No es difícil encontrar a muchos de ellos, aunque estén preparados y formados, trabajando en bares, restaurantes, cafeterías, pizzerías… Lo normal es, que el tiempo de cotización a la Seguridad Social sea escaso, por lo cual, difícilmente podrán aspirar a cobrar una pensión digna. Ante la falta de perspectivas, un número importante de jóvenes, se ven obligados a buscar trabajo fuera de España.

El trabajo sumergido, difícil de cuantificar, es una característica de nuestro país. La economía sumergida es una práctica habitual. Hasta el punto que se percibe por la población como algo normal, trabajar sin contrato, apenas existe contestación social ante esta situación. Se tiene miedo a denunciar, no hay trabajo para todos y siempre hay otra persona, que se presta a realizar esta práctica. Y es que la economía sumergida en esta zona del país hoy no sólo se da en un sector determinado. También otros, como los servicios, la hostelería o la economía doméstica se ven salpicados por ella.

Los sindicatos, que tanto defiende la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), cada vez son peor vistos, en un ataque orquestado desde el sistema, aunque también tengan sus deficiencias. Las horas extras suelen ser impuestas y en ocasiones no pagadas. En definitiva, se consagra el individualismo, cada uno va a lo suyo: “sálvese quien pueda”, la resignación y la pérdida de derechos, lleva a normalizar lo que es inhumano e inmoral, y muchas de las personas a las que acompañamos, pasan por situaciones de penuria y falta de horizontes.

Esta situación tan dolorosa, es la consecuencia de un modelo económico y social, incapaz de poner a la persona, como el centro de la vida y del trabajo, utilizándola como simple instrumento al servicio del enriquecimiento (como nos dice la Doctrina Social de la Iglesia). Esta realidad es contraria a los Planes del Reino de Dios, que nos invita a vivir como hermanos. En consecuencia, urge trabajar por humanizar las relaciones en el mundo del trabajo y concretar nuestro compromiso en la lucha contra el trabajo no declarado, en garantizar un salario digno, capaz de dar respuesta a las necesidades de nuestras familias. En la igualdad de remuneración para hombres y mujeres; en un trabajo al servicio de la sociedad y que garantice el futuro de los jóvenes, un trabajo que prime nuestra seguridad y salud, que respete el Sin duda no tenemos la solución de los problemas, tampoco creemos que la tenga nadie en exclusiva, pero entre todos/as, podemos hacer posible una nueva forma de vivir y trabajar más humana y más digna.

Entre todos y todas podemos hacer posible una nueva forma de vivir y trabajar más humana y más digna

Por eso, desde San Francisco de Sales, nuestra parroquia de Elda, hacemos 5 propuestas: 1- Formación para una nueva ética. Crear y poner en marcha planes de formación para la ciudadanía, que refuerce una nueva ética de la concepción del trabajo, que excluya los comportamientos fraudulentos de la economía sumergida, el fraude y los paraísos fiscales, así como el desarrollo de la cultura de la solidaridad. 2- Potenciar los Planes de Igualdad. Como herramienta eficaz de lucha por la igualdad de la mujer trabajadora. 3- Potenciar la recuperación del Empleo Público. Desarrollar acciones políticas para reivindicar la recuperación del empleo público, como trabajo y servicio de calidad. Facilitar, desde la administración, la contratación de servicios y empresas mediante un método de baremación, donde se prime más la calidad del empleo, que la puja económica 4- Atención a las personas desempleadas. Crear espacios de encuentro y diálogo institucional, con las personas desempleadas y en riesgo de exclusión social. Atender y acompañarles en un proceso no sólo formativo, sino vital, propiciando respuestas que alumbren caminos de esperanza. 5- Potenciar el asociacionismo. Impulsar el asociacionismo entre las personas desempleadas, en especial su participación sindical, como medio de participación y resolución de su situación. medio ambiente, que sea un lugar de participación, reconociendo las organizaciones obreras, en definitiva, un trabajo para la vida y al servicio de las personas y la sociedad.

No se puede hablar de todo en un artículo. La Iglesia, en sus Movimientos Obreros, la Confer, Cáritas, Justicia y Paz y todos los cristianos, estamos llamados a denunciar esta situación, que no es sólo consecuencia de lo que llamamos crisis, que más bien es una “estafa”, que ha llevado a una mayor desigualdad entre ricos y pobres. En esta pasada fiesta de San José Obrero, y también en las futuras, escuchemos especialmente a Jesús, el obrero de Nazaret, que nos invita a conseguir y nos dice que ha venido para “que todos tengan vida”, una vida decente y digna.

Sin duda no tenemos la solución de los problemas, tampoco creemos que la tenga
nadie en exclusiva, pero entre todos/as, podemos hacer posible una nueva forma
de vivir y trabajar más humana y más digna. Por eso, desde San Francisco de Sales,
nuestra parroquia de Elda, hacemos 5 propuestas:

1- Formación para una nueva ética. Crear y poner en marcha planes de formación
para la ciudadanía, que refuerce una nueva ética de la concepción del
trabajo, que excluya los comportamientos fraudulentos de la economía sumergida,
el fraude y los paraísos fiscales, así como el desarrollo de la cultura de la
solidaridad.

2- Potenciar los Planes de Igualdad. Como herramienta eficaz de lucha por la igualdad de la mujer trabajadora.

3- Potenciar la recuperación del Empleo Público. Desarrollar acciones políticas para reivindicar la recuperación del empleo público, como trabajo y servicio
de calidad. Facilitar, desde la administración, la contratación de servicios y empresas mediante un método de baremación, donde se prime más la
calidad del empleo, que la puja económica

4- Atención a las personas desempleadas. Crear espacios de encuentro y diálogo institucional, con las personas desempleadas y en riesgo de exclusión
social. Atender y acompañarles en un proceso no sólo formativo, sino vital, propiciando respuestas que alumbren caminos de esperanza.

5- Potenciar el asociacionismo. Impulsar el asociacionismo entre las personas desempleadas, en especial su participación sindical, como medio de participación
y resolución de su situación.