Mirar la realidad de nuestra sociedad y comprometerse en su crecimiento, propiciando un acompañamiento a la persona, no solo inspira la oferta educativa que hacemos las instituciones católicas, si no que es uno de nuestros compromisos con la sociedad que pretende “reafirmar el valor de la educación como fuerza capaz de ayudar a la maduración de la persona, acercarla a la fe y responder a los retos de una sociedad compleja como la actual[1].

No podemos decir que ahora nos toca “navegar contra viento y marea” al vernos amenazados en el ejercicio de esta labor que tiene una finalidad de interés general para la sociedad[2]. Más cierto es afirmar que con viento y marea, así como con brisa suave y mar calma, asumimos el reto de anunciar una buena noticia a la sociedad con nuestro trabajo educativo. Creemos que la persona de Jesucristo y su mensaje -Evangelio- dan sentido, ayudan a crecer, desarrollan y completan la formación integral de la persona.

En nuestra mano está el acompañar la vida de tantos que se confían a nuestro saber hacer. Nuestro compromiso mira a ciudadanos de nuestra sociedad, que buscan aprender a interpretar críticamente la realidad y desean comprometerse “en su transformación, en un clima de pluralidad y tolerancia[3]. Esa búsqueda y su compromiso quieren que se vean iluminadas por fe, alcanzando a concretarse en alternativas que aportan coherencia y abren a otras posibilidades a la persona, a sus hijos, a su familia.

Imagen de Jesucristo es el Buen Pastor, que apacienta al rebaño, reconociendo a cada oveja, llamándolas por su nombre, atendiendo con delicadeza a las débiles y llevando a hombros a las pequeñas. Mirándonos en su figura y acogiendo su Palabra, nuestro quehacer educativo no va a rehuir los peligros, si no que se compromete con los retos que le plantea la sociedad, luchando por hacer crecer la justicia y la verdad. Reafirmamos la razón de ser de nuestra labor educativa: cada alumno/a.


[1] Congregación para la Educación Católica. “Las personas consagradas y su misión en la escuela”. Reflexiones y orientaciones. 30. Roma 28.X.2002.

[2] Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.

[3] Familia Claretiana, Ideario del Colegio Claretiano. Haciendo tanto bien…(2018), nº 5.