“Es el número dos del Vaticano”. O eso me dijo un periodista hace años antes de acercarse a saludarle. Era Oscar A. Rodríguez Maradiaga por aquel entonces presidente de Caritas Internationalis. La vida del cardenal hondureño hoy va por otros caminos. Exactamente es el encargado de coordinar el Consejo C-9, es decir, un organismo formado por un grupo permanente de cardenales que tiene como misión aconsejar al Papa en el gobierno de la Iglesia. Tiene 75 años. Si ponemos a bailar estas cifras nos dan los años que lleva siendo religioso salesiano, es decir, 57. Y de este carisma sigue bebiendo. Lo dice su lema y lo cree él. Sensato y modesto, sigue adelante en todo lo que el Papa Francisco le quiera ir pidiendo. “Me siento muy feliz de poder prestar mi colaboración”, asegura

A lo mejor soy un poco descarado, tengo 35, pero me incluyo y me identifico con la gente joven. Y la verdad es que siento mucha curiosidad por lo que nos deparará el Sínodo…

– Yo creo que será un claro impulso, aunque quizá no tanto si lo que esperas son novedades más teóricas, o si esperas muchos documentos… Lo que buscamos sobre todo es un cambio en la orientación de la Pastoral Juvenil. Hay mucho camino hecho, sin duda alguna. La Pastoral Juvenil es una realidad con distintos matices en casi todo el mundo católico, pero hay un elemento que para mí es clave. El Santo Padre nos ha centrado en el discernimiento y esa es una virtud que ya el Nuevo Testamento la pone en el candelero. El discernimiento es la clave. San Ignacio lo toma como un centro de su espiritualidad, y es que hace mucha falta hoy día. Por ejemplo, en el tema de los jóvenes y la política, que es indispensable. Si queremos que cambie la política en este mundo tenemos que involucrar a los jóvenes no sólo con sangre nueva, sino con una mente nueva. Prácticamente, lo que yo veo alrededor del mundo es una política que está devaluada desde lo profundo, ya que en lugar de ser un servicio al bien común se ha convertido en una industria de enriquecimiento a todos los niveles: de partidos, de grupos… En fin, a todas luces un enriquecimiento ilícito.

A costa de los más pobres, muchas veces

– Sí, ciertamente.

¿Y cómo se va a abrodar esta gran cantidad de temas?

El discernimiento para mi es clave. Y que el Santo Padre no teme en decir a los jóvenes que la fe es algo que les puede cambiar verdaderamente en sus criterios. Y por eso la temática no es simplemente qué actividades vamos a organizar con los jóvenes, no. Es cómo hacer para que los jóvenes se planteen la fe más que como una teoría, como un encuentro. Se trata de un encuentro personal con Jesucristo. Y a la luz de eso, discernir cuál es su papel en el mundo, cuál es su vocación y cómo se pueden realizar. Para mí esto es lo que los jóvenes buscan desesperadamente, cómo darle sentido a su vida para que yo sea feliz. Y el Papa no tiene ningún miedo en decírselo.

A veces parece que los jóvenes conectan con la Iglesia cuando ésta habla de solidaridad. Usted que fue presidente de Cáritas Internationalis lo tuvo que tocar bien de cerca. Además, hay muchas conexiones con el tema de la política, al que usted aludía antes

– Claro, porque es una de las claves. Si la base es el amor, ¿cómo manifestar el amor al prójimo? Con la solidaridad. Es el lenguaje que el joven capta inmediatamente. Ponle un voluntariado delante de sus ojos y se lanza con alegría.

La labor de un misionero es incontestable para un joven. Puede que se tengan reticencias contra la Iglesia como institución, pero ver cómo alguien que va a dar la vida por los demás te deja sin argumentos

– Así es. En América Latina, o en los países de Medio Oriente.

Yo le quiero preguntar por el tema político en su país, en Honduras. Sé que es un tema delicado, pero ¿qué diría a los misioneros que están tan opuestos a Orlando?

– Todos estamos opuestos, porque esa reelección no fue conforme a la Constitución. Y yo se lo he dicho en su cara. Lo que era malo en el 2009 no puede ser bueno ahora. Si quieren hacerlo, háganlo bien: cambien la Constitución. Aunque te digo que la alternativa tampoco era mejor. No se puede votar por el mejor, si no, como dicen, por el menos malo.

Quería hacerle una última pregunta, ¿es cierto que usted ha fundado una pequeña fraternidad que tiene su desarrollo en España?

– Bueno, esa Fraternidad nació como una consecuencia de la conferencia de Santo Domingo cuando se hablaba cómo hacer para formar catequistas. Y entonces un laico argentino, consagrado, que sintió la vocación de ser formador de catequistas, me presentó la idea y la trabajamos durante varios años. Logramos ya un grupo de laicos, y actualmente tres sacerdotes. Estuvieron primero trabajando en Yucatán. Luego estuvieron en Génova y ahora en Vicálvaro, donde ya llevamos unos años. Parece que va bien la cosa. Yo soy como el abuelo de la fundación. Se llaman Ramón Pané, pues Ramón Pané fue un laico, el primer catequista de la colonia en Santo Domingo. La idea es formar catequetas para que puedan transmitir la fe.