Madrid es una ciudad de oportunidades, donde los fines de semana uno pasea o se sienta en una terraza a tomar un café y ve pasar por ella el bullicio y la prosperidad. Un lugar con un amplio desarrollo económico donde se crea empleo. Somos un polo de atracción, de personas de otras ciudades de la provincia, de personas de otras Comunidades Autónomas, de personas de otros países. Donde además, los triunfadores, los que nos sentimos pertenecientes a la sociedad de las oportunidades, creemos tener razón en nuestras prácticas y en nuestras ideas. Consumimos desaforadamente para generar ese empleo tan codiciado. El que no sale adelante es porque no se esfuerza lo suficiente. Cada uno es merecedor de la suerte que se ha trabajado.

-Un café, por favor- ¡Claro en la terraza trabajan personas los fines de semana (además de los servidores públicos en los hospitales, comisarías…)! Alguien cuidará a sus hijos (si es que se pueden permitir tenerlos). Trabajan y viven al día, tienen un empleo precario e insuficiente y un futuro incierto. Temen que si la economía se desacelera serán los primeros en sentir la sacudida. Sienten que sus lazos con la sociedad de las oportunidades se debilitan poco a poco, pero no se sienten pobres, no se sienten excluidos. La precariedad es su forma de vida y les parece normal. Es la sociedad insegura.

Mientras me tomo el café observo (hoy me ha dado por mirar, pocas veces lo hago) y veo a un joven ciclista con una mochila de esas de reparto a la espalda. ¿Cuánto ganará? ¿Quién le pagará? Lo llaman economía de plataformas. Estas personas llevan pidiendo abrigo los últimos diez años (abrigo = reforma del mercado laboral) porque se encuentran a la intemperie. Desconfían cada vez más de la gran mayoría social, la que está en la sociedad de las oportunidades, y lo que es peor, no creen en las instituciones, siendo los más necesitados de su protección. Es la sociedad estancada. El ascensor social ya no para en su planta.

Sigo disfrutando de mi café, oigo una música de fondo, no toca muy bien, me está molestando… y además pasa ahora una gorra para que le dé dinero… bueno, la verdad es que es una persona que vive en la supervivencia pura y dura como objetivo cotidiano. Los mecanismos de protección social ya no la protegen suficientemente o no piensan en ella. Ha roto los vínculos con el resto porque ya no siente que se la tenga en cuenta. Es la sociedad expulsada.

Hay un Madrid de la opulencia y un Madrid de la miseria. Un Madrid de la mayoría y un Madrid de la minoría. Un norte rico y un sur menos rico (solo hay que observar los tránsitos de coche en la ciudad en hora punta). Y sobre todo un Madrid cada vez más desvinculado, donde el triunfo de la individualidad ha hecho que cada vez estemos menos dispuestos a incorporar/proteger a los que les va peor. Madrid es un éxito de la modernidad, donde eres el único responsable de tu éxito… y también de tu fracaso (da igual donde hayas nacido, las oportunidades que hayas tenido, el capital social que te haya proporcionado tu familia, el patrimonio heredado, etc.)

Este es mi Madrid, en el que vivo y en el que creo que no deberíamos dejar nadie atrás. Un Madrid que ves y otro que es. #LaRealidadQueEs

La cohesión social en la Comunidad de Madrid
Sociedad de las oportunidades: 4,6 millones de personas
Sociedad insegura: 900 mil personas
Sociedad estancada: 800 mil personas
Sociedad expulsada: 269 mil personas
Fuente: Encuesta sobre integración y necesidades sociales de la Fundación FOESSA